El milagro de la multiplicación de los panes es uno de los milagros más hermoso que Jesús realiza a su pueblo, pues en este milagro de la multiplicación, Jesús revela un poderoso signo de su amor para con todos los que le siguen.
En este milagro de la multiplicación de los panes, Jesús involucra a sus discípulos para que brinden su ayude y colaboren con el Reino de Dios. Los panes y los peces los ofrece un muchacho, como signo de lo que ofrece el pueblo a Dios. De aquí, es que sabemos que Dios actúa en medio de nosotros, para nosotros, y con nosotros.
Miles de personas que presenciaron este milagro no entendieron completamente el propósito de Jesús de realizarlo, pues, luego de que la gente vio la señal que Jesús había hecho, comenzaron a decir: "Ciertamente éste es el Profeta que ha de venir al mundo". Jesús, sabiendo que tenían la intención de venir y hacerlo rey por la fuerza, se retiró de nuevo a una montaña por su cuenta.
Las personas no entendían el propósito de Jesús con este milagro. Jesús no estaba interesado en impresionarlos para que pudiera convertirse en su rey y derrocar el antiguo gobierno romano bajo el cual vivían. Jesús quería mostrarles la riqueza y la abundancia del Reino de Dios.